Como ya viene siendo habitual este semestre, copio aquí la entrada que colgué esta semana para el blog de la asignatura, Electronic Literatures: Hispanic Influences, que estoy impartiendo en UC Berkeley.
Hoy he propuesto en clase que pensáramos sobre la relación entre la literatura electrónica y las humanidades digitales pues, aunque para algunos esto parezca un matrimonio lógico, este tipo de literatura no ha sido abrazada por el campo HD tan efusivamente como se pensaría.
Cuestionando, o quizás tratando de justificar su relación, me doy cuenta también de que se trata de abarcar una cuestión más amplia que tiene que ver con la relación real entre las humanidades y las humanidades digitales como campos que hoy parecen ya establecidos y esencialmente definidos, en el que este último suele pensarse como un grupo de acercamientos y herramientas digitales para pensar y trabajar cuestiones y objetos pertenecientes a las otras humanidades. En el caso de la literatura electrónica, evidentemente, esto no parece suficiente. Pero me parece que en lo que respecta a las humanidades digitales tampoco lo es. Creo que para justificar el campo de las HD como tal, no deberíamos limitarnos tan sólo a aplicar herramientas digitales a cuestiones humanísticas, sino que deberíamos pensar en cómo crear herramientas digitales que respondan a y encarnen métodos y saberes humanísticos en sí.
Es decir, ¿podríamos, desde las HD, crear herramientas y plataformas digitales distintas (herramientas y plataformas HD y no sólo D) si nos propusiéramos pensar desde las humanidades y no sólo desde lo digital y sus posibilidades?
Si de lo que se trata es de justificar la autoridad cultural de las humanidades en el mundo de hoy, que es fundamentalmente digital (o donde los medios principales lo son), será necesario demostrar que los métodos y teorías humanísticos son realmente esenciales para el diseño de plataformas digitales que encarnen valores humanísticos. En otras palabras, lo que tenemos que hacer es crear herramientas o plataformas que incorporen saberes obtenidos desde las humanidades.
Johanna Drucker, en “Humanistic Theory and Digital Scholarship” propone una serie de acercamientos provenientes de las humanidades para la construcción de herramientas digitales. Éstos tienen que ver con las enseñanzas propias de las humanidades que favorecen la interpretación y los saberes performativos y probabilísticos frente a los declarativos o deterministas que serían naturales a la programación digital. Así, explica la necesidad de crear herramientas digitales que se enriquezcan de las perspectivas humanísticas sobre el discurso, la temporalidad o la representación, entendidas siempre desde un acercamiento relativizante.
Por ejemplo, y pensando en la representación, las humanidades han enfatizado la necesidad de desarticular la fuerza de la reificiación de la representación gracias al paralaje o la perspectiva que inciden en la proposición de que la reproducción es siempre producto de una condición de observación: una postura y una posición. Esto apunta a una de las bases de la expresión humanística que tiene que ver con la influencia del observador (o del lector, pensando que un texto se completa con su lectura, y existe dentro de ese círculo de producción hermenéutica).
Este tipo de conocimiento debería asumirse también en la producción de herramientas digitales que parecen ignorar lo aprendido acerca de la relatividad de la observación y el poder de la tecnología de crear representaciones y no realidades, y nos presentan sus funcionalidades como herramientas con las que efectivamente alcanzar una visión “real” del mundo. Pensemos así en Google Earth, por ejemplo, y las representaciones fotográficas que nos ofrece como, precisamente, representaciones relativizadas y mediatizadas (construcciones dependientes de las mismas variables que entran en juego cuando trabajamos otras formas de representación desde las humanidades, por ejemplo) y creemos herramientas de representación que partan de la base de la creación de interpretaciones, y no aquellas que nos hagan ignorar el medio de reproducción (como parecen efectivamente querer hacer los mapas de Google).
Creemos herramientas digitales que traten de capturar y contabilizar no sólo el espacio sino la dimensión temporal, pero no desde la supuesta objetividad y exactitud homogeneizadora que solemos adscribir a las posibilidades técnicas de lo digital para hablar de tiempo, sino desde la ambigüedad experimentada en términos relativos tras la idea de la temporalidad. Pensemos en cómo incorporar lo aprendido tras una experiencia de la temporalidad que se vuelve flexible, relativa, e interpretativa según las posibilidades de la representación narrativa, e incorporémosla a las herramientas digitales que trabajan, generalmente, bajo las premisas del tiempo dividido en unidades exactas e inflexibles.
Volviendo a Drucker, hacer esto que propongo aquí se consideraría esencial, pues aplicar herramientas digitales concebidas desde premisas no humanísticas a objetos artísticos o literarios sería una distorsión del objeto, una reducción que aniquilaría el valor por el cual se lo consideraría “humanístico”.
“Just as the attempt to place James Joyce’s spatial references onto a literal street of a map of Dublin defeats the metaphoric and allusive use of spatial reference in Ulysses, flattening all the imaginative spatial experience that infuses the text with images of an urban imaginary irreducible to its material counterpart, so the task of putting pins into a Google map or charting the times of lived experience on a single unvarying linear scale is a grotesque distortion–not merely of humanistic approaches to knowledge as interpretation, but the very foundation from which they arise” (“Humanistic Theory and Digital Scholarship” Debates in the Digital Humanities 94)
El saber humanístico nos permite un acercamiento interpretativo–parcial, enunciativo, subjetivo y performativo–al arte y la realidad, y creo que el objetivo de las así llamadas humanidades digitales debería incluir estos tipos de saberes a la creación digital, problematizando no sólo el estudio de herramientas desde estos puntos de mira, sino creando herramientas y objetos que incluyan esta forma de mirar. Es desde aquí justamente desde donde propongo que miremos la literatura electrónica: como objeto digital que, participando con la tradición crítica literaria por un lado, y siendo objeto de arte por otro, se nos propone como ejemplo perfecto de creación digital humanística. Creación digital que incorpora, desde la literatura, lo aprendido gracias a las humanidades al nuevo saber HD.