La asignatura de literatura electrónica que estoy impartiendo los miércoles (con unos estudiantes brillantísimos y curiosos, por cierto) está siendo de lo más estimulante. La semana pasada leímos parte del Electronic Literature de Katherine Hayles y el New Media Poetics de Adalaie Harris, y trajimos algunos ejemplos a clase (ya los iremos colgando en el blog). De momento, reposteo a continuación lo que pensé minutos antes de entrar en el aula:
La literatura electrónica–pienso hoy tras leer los posts anteriores–no es un género ni un tipo: es un modo. Un modo en el sentido del subjuntivo frente al indicativo; un modo en el que contar la misma realidad del presente, el futuro y el pasado desde otro lugar. Pensar los géneros literarios como tiempos verbales; el modo electrónico como modo verbal en lo literario. Otro modo de hacer lo mismo, pero a la vez hacer otra cosa porque cada modo tiene sus reglas, su perspectiva e, inevitablemente, su resistencia a la traducción.
Mis alumnos han hablado de lenguajes y lectores, de mecanismos de producción y de cómo todos están dentro de una ecología mediática particular. ¿Y si la clave de todo fuera mirar esto de otro modo, desde otro modo, y no se tratara tanto de yuxtaponer y comparar? ¿Y si no se tratase de contrastar el papel y lo digital, ni de imponer prácticas de una tradición a otra, sino de aceptar que, tal y como ocurre con las hipótesis, la duda, la esperanza y todo aquello que sólo se puede decir en subjuntivo, lo electrónico sea otro modo de mirar el mundo? ¿Otro modo de contarlo precisamente desde ahí?
Será necesario, imagino, decir entonces otras cosas. Quizás sea imposible hablar de lo mismo, aunque a veces, como nos ocurre al traducir al inglés, imagino, tengamos que eliminar un modo y pasar forzosamente al otro.